El 16 de febrero de 1928, tras varar en una roca, el vapor mercante checoslovaco Arna, se iba a pique en las aguas de Cabo de Gata, en Almería. Concretamente, el naufragio se produjo a una milla del Arrecife de las Sirenas, cerca del actual faro del Cabo de Gata, una zona de un valor paisajístico incalculable.

Aunque las fuentes no están del todo claras, no se contabilizó ninguna víctima en la tripulación, la cual regreso a tierra a nado a la que hoy se llama la Cala del Corralete. Pero el Arna, se hundió irremediablemente y sus casi 100 metros de eslora y 15 de manga quedaron sepultados por el mar a unos 41 metros de profundidad, con todo su cargamento de mineral de hierro.

Como puede apreciarse en el video, 83 años después del suceso, el mar se ha apoderado del pecio, convirtiéndolo en parte del fondo marino. Su casco ofrece refugio a multitud de especies marinas y por su superficie pasea peces de todos los colores y formas. Pero su imponente figura sobresale y destaca sobre este bello entorno, haciendo que sean muchos los submarinistas que se han sumergido hasta el pecio para poder observarlo de cerca.

Este imponente barco, que yace cerca del Cabo, cuenta con fuertes corrientes en su fondo marino y gran cantidad de vida acuática. Como viene siendo habitual, por desgracia existe una sobreexplotación de estas aguas, y la proporción de las capturas y tamaños de los animales pescados es demasiado importante, dando lugar a una considerable pérdida de la biodiversidad. Pero la dificultad que entraña la pesca cerca del Arna hace que alrededor del barco se haya creado un bastión inexpugnable para sus inquilinos acuáticos.