jueves, 18 de agosto de 2011
Diario del Camino de Santiago. Días 19 y 20.
23:30 | 
Publié par
JaCata |
El final de la aventura se acerca, y entre los peregrinos se va notando. Notamos que no hay ganas de dejarlo, llegamos todos al mismo albergue casi juntos, y somos conscientes de que muchos de nosotros no volveremos a vernos. Para ello, a la hora de comer, charlar o caminar, nos juntamos ya sin importar demasiado el por qué de nuestro peregrinaje, pues aquellos que te ayudaron y te dieron aliento alguna vez, muy pronto serán parte de un recuerdo inolvidable.
Día 19:
En este día de frío y llovizna continua fui en solitario por mi camino, absorto en mis pensamientos y en mi vida actual. Por otro lado, durante este viaje he tenido la oportunidad de desarrollar mi faceta como “peregrino cantarín” mientras he cruzado valles y montañas.
Llegando a Palas de Rei tuve la suerte de encontrarme a varios sevillanos que, amablemente, como no podía ser de otra manera, me han ofrecido unas tapas de jamón, chorizo, y embutidos, para acabar el día “como Dios manda”, por el simple hecho de ser paisano. Así y con el regusto a chorizo en mi boca, llegué al final de mi etapa.
Por desgracia, ese día no pude dormir en el albergue municipal del pueblo, por haber “llegado tarde”. Y es que si algo negativo he de decir al cruzar a Galicia es, sin duda, la ansiedad generalizada por finalizar rápidamente las etapas, el objetivo pasa por encontrar sitio en albergues más baratos como son los municipales, y es que el precio de los albergues sube bastante en las últimas etapas con respecto al resto del Camino.
No son pocos los pueblos en los que existe algún convenio entre empresarios y ayuntamiento, por los que se da un cupo máximo de camas municipales, obligando así al rezagado a tener que dormir básicamente en una pensión privada.
Esto, por un lado es una injusticia, ya que es el Peregrino del Camino de Santiago el que debe elegir libremente los medios por los que alimentarse y cobijarse, sobre todo si existen espacios públicos de sobra allá donde pare. Por otra parte, se rompe un poco con el espíritu propio de este viaje, pues las etapas se convierten a veces en una absurda carrera entre caminantes, y un lugar de turismo típico, más que de un peregrinaje.
Por mi parte, tuve que dormir obligatoriamente ese día en un albergue privado. Aún así, fue gracioso ver como sacaba de quicio a la encargada, que no hospitalera, del albergue municipal de Palas de Rei.
Día 20:
A las 5 de la mañana he iniciado este nuevo día, de noche, andando por caminos en pleno bosque, y junto a mis amigas y dos hombres de edad avanzada que parecían tener la fuerza de dos chavales. A un ritmo bastante alto, esta etapa ha sido más una especie de prueba física, que un simple paseo por el monte.
A las 9 de la mañana hemos parado a tomar un desayuno nada común en una dieta normal, y es que en Santa María de Melide, el pulpo es bastante famoso. Tras cuatro horas andando a bastante ritmo por montes gallegos, he podido dar fe de que no existe nada igual como desayunar pulpo a feira en Melide. Nunca probé un pulpo tan rico, y que me sentara tan bien.
Ribadiso da Baixo fue el destino final del día de hoy. Es una aldea muy pequeña con una bonita entrada por un puente de piedra, y un estrecho río de agua helada y cristalina. En este albergue voy a pasar la noche junto a todos los amigos del camino que conozco, y junto a unos chavales de Cádiz y Jerez que he conocido, y con los que en breve voy a celebrar una despedida y un ratito muy especial. Será un encantado y hasta siempre muy nuestro, muy andaluz.
"a esos cadistas, y sus cojones..."
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